Nos
llega una buena noticia desde Murcia. El
Gobierno regional ha declarado Bien de Interés Cultural (BIC) la tradición del
bordado de Lorca. Además de proteger el arte del bordado en sí, se declaran
protegidos los bienes muebles e inmuebles vinculados a dicha tradición
centenaria.
Recordemos
que desde el Ayuntamiento se está luchando para que los bordados, así como la
Semana Santa lorquina, sean declarados Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco.
En la actualidad, cuatro de las cofradías lorquinas cuentan con sus museos centrados en los bordados: por emplear el orden alfabético, diremos que los Azules cuentan con la Casa del Paso (y están acometiendo las obras de creación de un museo nuevo), los Blancos tienen el Mubbla, los Encarnados el Mupaen y los Morados la Casa Museo Nicolás Salzillo. Os recomiendo que visitéis sus respectivas páginas web para más información.
Con
esta decisión, el Gobierno autonómico se hace eco del sentir prácticamente
unánime de los lorquinos, y demuestra sensibilidad hacia un arte que, además de
su gran peso histórico y cultural, genera muchos empleos directos y además
atrae hacia Lorca a miles de turistas y consumidores.
Reproduzco
la información aportada desde el Ejecutivo autonómico, que además nos da una
pequeña lección de historia del bordado lorquino.
La tradición del bordado de Lorca,
declarada Bien de Interés Cultural
El
Consejo de Gobierno ha dado el visto bueno a la declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial de
la tradición del bordado de Lorca. Asimismo, quedan protegidos los bienes
muebles e inmuebles vinculados a la tradición del bordado.
La documentación existente revela la importancia que el arte del bordado tuvo en esta ciudad hasta el Renacimiento. A mediados del siglo XVI, Lorca fue un importante centro de producción de bordado, destinado principalmente a la confección de prendas para ornamentos religiosos, bien fueran para la liturgia o para el culto.
El bordado, que tiene como inspiración el ‘punto de figura’ o ‘pintura de aguja’ italiana, evolucionó a lo largo del siglo XIX gracias a los desfiles bíblico-pasionales.
En
concreto, tras la desamortización eclesiástica desaparecieron las obras
escultóricas, por lo que los cofrades comenzaron a vestirse con mantos
decorados en recuerdo de momentos históricos de la tradición bíblica.
Surgió de este modo una manifestación cultural única en la Región y una tradición que se ha mantenido hasta la actualidad por los desfiles bíblico-pasionales, en los que cada año mejora la originalidad del diseño y las calidades del bordado.
El
bordado se caracteriza por la aplicación de las labores en tejidos de gran
calidad utilizando materiales nobles como seda y oro. Para la elaboración de
estos bordados se utilizan técnicas como la de seda matizada, en la que el
dibujo se perfila sobre el papel de seda y se coloca sobre el lienzo para
después comenzar a bordarlo.
Otra de las técnicas, denominada ‘canutillo de oro’, se realiza sobre una base con realce para los motivos fitomórficos y geométricos inspirados en la antigüedad clásica.
Los
tipos de oro más utilizados son brillo, mate y briscado, a los que puede añadirse
perlas y pedrerías. Asimismo, se trabaja el oro con punto corto, conocido como
punto plano. Estos bordados se realizan directamente sobre el tejido
definitivo, bien sea raso, terciopelo o cualquier otro.
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