martes, 16 de agosto de 2016

Notamos un Flash (I.3.10)



Parte I. Capítulo 3 (fragmento)

10

            Se bajó del mostrador, estremeciéndose al pisar sin querer la mano rígida y helada de uno de los camareros. Los Celtas Cortos habían dado paso a Sting. Era una mezcla de estilos algo cogida por los pelos, pero seguramente Javi Nieves también había tenido un día duro. I don't drink coffee, I take tea, my dear, decía la radio mientras el Pajas se agachaba aquí y allá y hurgaba en los bolsillos de los muertos, buscando algún paquete de tabaco. Encontró una cajetilla de Winston y se fue hacia la salida con el whisky y el tabaco, pero en el último momento retrocedió para llevarse también la radio.
El aparato crepitó y se llenó de interferencias mientras salía del local, pero volvió a tranquilizarse cuando se vio encima de una de las mesas del exterior. Uno de los clientes de la terraza –un hombre muy joven con traje, corbata y una camisa blanca lamentablemente arruinada por un cuajo de sangre– había dejado su chaqueta plegada encima de una silla. El Pajas la usó como toalla para secar la humedad de su propia silla. Se sentó mirando al frente, consciente de que la música le convertía en un blanco fácil; pero a plena luz del día, y con el martillo bien a la vista, suponía que los asaltantes se lo pensarían dos veces. A menos que estuvieran armados, reflexionó. O que se hubieran vuelto locos.
Tras unos instantes de duda se encogió de hombros y sonrió con fiereza. Si no veía clara la defensa, siempre le quedaba echar a correr. Al fin y al cabo, no podía pasarse toda la vida encerrado como un conejo en una madriguera.
Dio un primer trago de whisky, poniéndose mentalmente el límite en cinco o seis, y se relajó escuchando la música, fingiendo que a su alrededor no había pasado nada; que él era simplemente un millonario disfrutando de una mañana de otoño, tomándose un buen vaso de whisky mientras las acciones de sus empresas le llenaban la cuenta corriente del banco.
Sting dio paso a Another day in Paradise. Muy apropiado, pensó mientras se acomodaba en la silla y observaba el tráfico petrificado a unos metros de la terraza de la cafetería. Aquél había sido el cruce entre dos avenidas, y el marasmo de coches apretujados unos contra otros era impresionante. Aquí y allá se apreciaban huellas de incendios, que por suerte la tormenta de la noche anterior había logrado apagar a tiempo. Por un momento pensó qué estaría pasando en Murcia, o en Almería, donde no caía una gota de agua al año. Sin ser consciente de ello, había asumido ya que estaba en presencia de una catástrofe global, sin límites de provincias ni continentes. Suspiró con placidez, sintiendo el calor del whisky al bajar por su garganta, y se dejó llevar unos instantes por la música. Estiró las piernas y las colocó sobre la silla de enfrente. Luego encendió un cigarrillo y dejó vagar sus pensamientos.
Pasó Phil Collins, llegó Alphaville. Lo mejor de lo mejor. Con Javi Nieves daba gusto. Decidió esperar a que terminase aquella canción antes de ponerse en marcha. Tenía que volver al juzgado y darle a su madre el último adiós. Debía sacar de allí el cadáver aunque fuera para dejarla en la calle tapada por una sábana. Aquel edificio se había convertido en un pudridero oscuro y macabro y su madre no se merecía estar allí...
De repente sintió un escalofrío de terror. El fin del mundo, aquel pasmo generalizado que los había matado a todos como a chinches, se había producido sólo cinco o diez minutos después de que le sacaran del calabozo. De haberse retrasado su juicio, se habría quedado atrapado en su celda. Bajó los pies de la silla y se incorporó, sintiéndose muy agobiado de repente. Recordó de pronto al individuo que aporreaba la puerta del ascensor, emparedado en mitad del edificio porque se había ido la luz; miró a los edificios vacíos que flanqueaban la avenida y se preguntó en cuántos de ellos habría alguien atrapado.
            Alphaville se extinguió, eternamente joven, y dio paso a Billy Joel. Harry Truman, Doris Day, China Roja, Johnnie Ray... nosotros no empezamos el fuego, decía la canción; pero el fuego acababa de abrirse paso de punta a punta, consumiéndolo todo de un solo flash.
Ya no esperó a una nueva canción. Cogió la radio y empezó a cambiar de emisora, leyendo los nombres que iban apareciendo en la pequeña pantalla de cuarzo y dándoles tres o cuatro segundos antes de zapear. La SER y la COPE estaban muertas y sólo emitían un zumbido siniestro atravesado por las interferencias de alguna tormenta lejana; en Radio 3 se escuchaba una crepitación que podía confundirse, en principio, con alguna de sus melodías de vanguardia. Tampoco había señal en Onda Cero, en Radio Nacional ni en San Froy FM, la cadena local.
En Kiss FM estaba sonando Springsteen; el Pajas no sabía concretar qué canción era, pero aquél era el Boss igual que él era Sergio Andrade de Bahamonde. Aguantó hasta el final de la canción, moviendo las piernas al compás sin darse cuenta. Tras las últimas notas se sucedieron unos segundos de silencio; luego el Boss y la E-Street Band volvieron a cantar la misma canción. Al Pajas se le cayó el alma a los pies; estaba escuchando un programa informático, una grabación. Kiss FM seguiría con el mismo soniquete mientras el grupo electrógeno o los generadores de emergencia siguieran funcionando. Y sin duda le había pasado lo mismo al bueno de Javi Nieves. Estaba escuchando el Plan B de los informáticos, no una emisión de radio a tiempo real.

(...)

11

El locutor parecía ser muy joven, y su voz sonaba cansada y algo nasal, como si estuviera resfriado o a punto de echarse a llorar en cualquier momento; lo cual habría resultado bastante lógico, habida cuenta de las noticias que estaba transmitiendo. La emisión no estaba grabada; cada pocos minutos indicaba la hora oficial –en aquellos momentos, las siete y veinte de la mañana del viernes– para que los posibles radioyentes supieran que Stone FM seguía dando información a tiempo real.
            –Hola de nuevo. Te habla Juan Jiménez, emitiendo desde los estudios centrales de Stone FM, tu radio amiga cerca de ti... aquí, en el corazón de Móstoles y para toda la nación. Seguimos hablando de la crisis mundial que se produjo ayer, minutos antes de las doce del mediodía hora local...
            Juan Jiménez siguió hablando, pero el Pajas se desconectó unos instantes. Las palabras crisis mundial le habían golpeado con fuerza. Una cosa era intuir la realidad y otra que te la pasaran por los morros.
            –...las calles de A Coruña están completamente llenas de muertos. A algunos se los ha llevado la marea y ahora vienen y van... vienen y van... según el vaivén de las olas. Un tuitero de Barcelona puso hace una hora que en la Barceloneta está pasando lo mismo, está todo lleno de gente que flota. Aquí un mensaje de Sheila, operadora de sonido de Stone FM en Barcelona, Stone FM tu radio amiga cerca de ti, nos dice, leo: Nuestros estudios en el Eixample están rodeados por el fuego, han caído varios aviones, uno de ellos en plena Diagonal... ¿será Al Qaeda...?
            Un silencio en la radio. El Pajas miró hacia el cielo, temeroso de que algún avión se pudiera precipitar sobre las avenidas ahora silenciosas de San Froilán. Por suerte para él, aquella ciudad de segundo orden quedaba completamente alejada de las grandes rutas de vuelo que habían convertido otros municipios en ceniza.
            –Otro compañero que nos manda un mensaje por la intranet. Esteban, de Stone FM Algeciras, tu radio... en fin, nos dice Esteban, dice: Estrecho de Gibraltar, colisión en el mar entre dos barcos causa incendio descomunal. Inmensa columna de humo muy negro visible desde muchas millas náuticas. Sin apoyo aéreo de extinción, ni hidroaviones ni helicópteros. Tráfico marítimo en el estrecho interrumpido, no pasan barcos. Densa nube negra se eleva desde el interior del Peñón. Un tercer barco avanza a buena velocidad hacia el naufragio, en dirección salida hacia el Atlántico. Parece ir sin gobierno ni gente en cubierta... Es un ferry de pasajeros con coches. En trayectoria de colisión.
            Nuevo silencio. El Pajas seguía bebiendo whisky y mirando al cielo, repasando las formas de las nubes, aparentemente distraído; como si lo que el locutor estaba diciendo no tuviera nada que ver con él. En realidad estaba luchando por no perder los nervios, obligándose a respirar con tranquilidad y a mantener la mente despejada. Tapó la botella de whisky y, para alejar las tentaciones, la lanzó por encima de la mesa con impaciencia. Cayó sobre el maletín que el ejecutivo muerto en la mesa de al lado había dejado en el suelo.
            En la radio empezó a sonar una música country que tenía muy poco que ver con lo que estaba diciendo el locutor. Hubo una subida brusca del volumen; luego un par de golpes, y por fin la canción desapareció.
            –Os pido disculpas –dijo Juan Jiménez–. No sé qué hostias toqué, que... –su voz sonaba más nerviosa y decididamente nasal, voz de un hombre que se ha encerrado en el cuarto de baño para poder llorar a gusto pero que se ve obligado a salir para atender a una visita–. Es que estoy aquí solo en la emisora. Los demás compañeros han muerto, algunos de ellos están todavía sentados detrás de los controles. Leemos un mensaje en nuestra página de Facebook, nos dice Aroa Constrictor: Avión estrellado, atención, avión estrellado en pleno centro de Segovia. Avión muy grande de Iberia descendió casi en picado e impactó contra el Alcázar. Mucho humo, debe de haber cientos de muertos además de todos los que hay por las calles. El acueducto aguanta bien aunque hay dos personas ahorcadas desde la parte de arriba. Una lleva un letrero pintado que no puedo leer. Yo, escondida escuchando tu conexión. Ánimo... Pues ya lo veis, amigos. Ánimo, nos dicen. Mirad, mi familia ha muerto, mi novia y mis padres, y... en fin –hizo un esfuerzo, que el Pajas alabó, por componer una voz alegre, de profesional–. Otras informaciones nos llegan de otras partes del planeta que ha sido tocado, al parecer, por una tragedia global. Esto no es lo de las Torres Gemelas, esto va más allá de la capa de ozono... Quiero decir... aquí alguien la lió muy parda, y el muy hijo de puta, desde luego, tendrá que pagar por ello... –hubo un silencio mientras Juan Jiménez trataba de rehacerse–. Otras informaciones nos llegan aquí, a los estudios centrales de Stone FM, tu radio amiga cerca de ti... si no te has muerto ya. Leemos las webs internacionales; recordamos que sólo se está actualizando una de cada cien, por eso tenemos que dar información tan fragmentada. En Estados Unidos, el USA Today habla de una pandemia desconocida, una especie de epidemia mundial, y dice que las principales ciudades de América han sido literalmente diezmadas. Cita unas cuantas, entre ellas Los Ángeles, San Diego, San Francisco, Chicago, Houston, Dallas, Boston, Detroit, Portland... aunque no dice si se refiere a Portland Óregon o Portland Maine –rió un chiste que sólo él comprendió y añadió–: y también Berlín, debe de ser que tienen un corresponsal en la zona. Sigue diciendo el USA Today que el río Mississippi está abarrotado de cadáveres flotantes a su paso por Nueva Orleans... de miles de cadáveres en los que los cocodrilos hacen... un gran encarnizamiento... Hay un comentario de un testigo, un americano que se llama Ananías Kerry –estallido de carcajadas, amplificadas por el micro como si se tratase de ráfagas de ametralladora–, que vive en Key Point West y dice que puede ver una inmensa nube de humo proveniente de Nueva York... que cubre el horizonte. Habla de aviones estrellados como el 11-S, pero ahora provenientes de todas direcciones y sin blanco definido. En París... bueno, la web está en francés, vamos a ver... un poco de música y seguimos en Stone FM, tu radio amiga cerca de ti, cuando son las siete horas, cuarenta y tres minutos, del día 23 de octubre. El día después del fin del mundo.
            La voz del locutor fue reemplazada por los acordes melancólicos de una armónica. De nuevo Bruce Springsteen; a todos aquellos cabrones les había dado por lo mismo, pensó el Pajas. Se levantó de la mesa, puso la radio al máximo y se alejó de la cafetería mientras a sus espaldas el Boss empezaba a contar que él venía de la parte baja del valle.


(...)



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